A tu marcha. A tu ausencia. Al viento fuerte que sopla con violencia. Sobreviviré a la lluvia mojándolo todo. A la casualidad, al destino, al odio y al deseo frustrado.
A tu lejanía. A tu incoherencia. A tu sensatez de cabeza y vaivenes de corazón. Yo sobreviviré como si ese fuera mi destino. Como si un minuto fuese poco tiempo comparado con toda una vida.
A tu marcha. A tu ausencia. Al viente fuerte que azota mi ventana mientras el horizonte revela que estás cada día más cerca aunque estés muy lejos.
Sobreviviré a estos días de desesperanza. Al camino rehecho una y mil veces, a las palabras prohibidas, a los besos que nunca me diste. Sobreviviré al amanecer fuera de mis sábanas. Al caramelo que le quitamos a aquel niño y que otros se comieron.
A tu marcha. A tu ausencia. Al viento fuerte que sopla con violencia y que arranca de cuajo la techumbre de mi consistencia.
Como si el final estuviese ya escrito. Como si la gitana de la calle supiera que tú vas a volver. Sobreviviré al día sin cielo y la noche sin tregua. Miraré la luna cada madrugada para saber que piensas en mí. Miraré a cada hora en punto por mi ventana para ver los faros de tu coche alejándose de mi lado.
A tu marcha. A tu ausencia. Sobreviviré porque no me queda más remedio. Sobreviviré como si la mera existencia fuese un motivo suficiente para no romper mi esperanza... para no matar mi pasado...
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