
El traslado de Eluana a una clínica para morir desata la ira de conservadores y católicos
La mujer, de 37 años, tardará tres semanas en fallecer.-
EL PAÍS. MIGUEL MORA - Roma - 03/02/2009
Eluana Englaro está ingresada en la clínica La Quiete (La Calma) de Udine. En dos o tres días, los médicos empezarán a detener progresivamente la alimentación e hidratación artificial que la mantiene viva, en estado vegetativo permanente desde hace 17 años. La muerte debería llegarle en tres semanas, según explica su neurólogo, Carlos Alberto Defanti. Los médicos mantendrán la sonda en el cuerpo de la mujer, y le administrarán calmantes hasta que llegue el momento.
Tiene derecho. Claro que lo tiene. Ella fundamentalmente. Y sus padres o seres queridos también. Eluana quiere morir. Sus padres prefieren mantenerla en sus corazones viva aunque fallezca que tenerla muerta en vida como ahora.
Tiene derecho. Y que conste que entiendo el alegato cristiano, que entiendo los gritos que se ciñen en El Vaticano. Pero Eluana tiene derecho. Repito. Tiene derecho a elegir morir o seguir viviendo.
El caso del gallego Ramón Sampedro nos abrió los ojos aquí en España. O eso pensaba yo. Porque aún hay quienes no ven más allá de sus narices.
La muerte digna. El suicidio consentido. Y la moral, la ética y el destino.
Eluana. Y su familia. Tengo la sensación de que el mundo avanza, pero hacia atrás. Como un reloj cuyas manecillas se han vuelto locas y dan las horas al revés.
Eluana. Y su familia. Ellos son conscientes de la decisión que han tomado. Su sufrimiento no durará más que tres semanas. ¿Qué son tres semanas en comparación con toda una vida?
Eluana respira. Dentro de unos días dejará de hacerlo.
Pero será felíz a donde quiera que vaya.
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