Esta mañana, mientras conducía por una autovía desierta, he vuelto a pensar en tí.
A sólas. Con la radio a todo volumen escuchando una de esas canciones que tanto te gustan, con el mar al fondo y mi ansiedad en aumento.
Esta mañana, mientras conducía, he tenido un pensamiento tonto. He imaginado que no desaparecías de mi vida, que el cielo te llamaba con fuerza pero que tú no te ibas. He imaginado que no has dejado de leerme, que pese a que ya no me necesitas no has dejado de espiarme entre la multitud y los extraños; he tenido un pensamiento tonto, absurdo, una mezcla de necesidad de compañía y deseo.
Sólo de pensar en perderte he sentido en mi estómago volar las mariposas al borde del precipicio. Ha sido como conducir borracho, como llamar a una puerta utilizando un timbre que está roto, como comer sin hambre, como soñar sin sueño, como madrugar sin quererlo, como gritar cuando estás sólo, como imaginar que acabamos de hacer el amor pero aún así volvemos a tener las mismas ganas que antes.
Esta mañana, mientras conducía por una autovía desierta, he vuelto a pensar en tí. Yo diría que no he dejado de hacerlo todo el trayecto. A sólas. Con Queen martilleando en los cristales una y otra vez, con la sensación de derrota y mediocridad habitual tras recordar que sólo estamos a lunes y que la semana será larga y tensa como todas.
Esta mañana, mientras conducía por una autovía desierta el sol se ha posado en mi ventana, me ha hecho un guiño y me ha pedido que te imagine en una playa desierta, bufanda en ristre, sonrisa bondadosa, mirada de mar profundo...
Sólo por eso mereció la pena seguir devorando kilómetros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario