lunes, 9 de febrero de 2009

LA ALFOMBRA MOJADA DEL COCHE


La alfombra mojada del coche. El bosque. El pinar a deshora. Unas mangas largas. El sonido estridente de un teléfono en medio de la pasión. La lujuria contenida. El beso que nunca me diste. La película a medio empezar. La madrugada. La copa sobre la barra. El visto bueno, la corrección y los apuntes.

Ese te quiero nublado. Madrid desde los centros comerciales. El raciocinio. El despunte. La niebla. El mercado. Las olas de la playa. La luna en un asiento de atrás, también en la playa. El bosque.

Los niños negros de un paseo de reyes. La foto. Más fotos. Los dedos ajenos en teclas antiguas. El olor a rancio. La decoración. Un crucigrama aún en blanco. Abrazos clandestinos. Horas de espera. Miradas furtivas. Odio escénico.

Los labios a medio milímetro. El roce. Las caricias. La bruja. Una lechuga. La capa de aliento sobre los cristales que ni una turbina eliminaría. La lluvia. La lluvia que no es por casualidad. La lluvia fuerte del último día. Y otra vez el bosque.

El pinar y la espera. El no. El no. El tal vez. El ahora o nunca. Otra alfombra mojada en otro coche. Las piernas que se acarician sin que las manos puedan hacer nada. El mantel azul. El mantel blanco. La abuela. Las lágrimas. Más lágrimas. Los reproches. Más reproches. Aquel desconcierto desconcertante. Madrid de nuevo. El perro y el gato. El perrito y la gatita. Y una vez más el bosque.

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