La madrugada nos atrapa, nos nubla, nos devora. No somos conscientes aún de que ha llegado nuestra hora cuando la noche más oscura se cierne sobre nuestras cabezas.
Y yo aquí. Tumbado en el mismo sofá que nos ha visto retozar tantas veces. Y tú allí, a diez mil kilómetros de mis dedos. En esa ciudad agreste, llena de miserias y de insomnes.
La madrugada vuelve cada medianoche para atraparnos con sus redes sin reglas. La luna ni se asoma ya, ha perdido su encanto, su magia, casi su color. Pero yo la sigo mirando por si coincidimos mientras te extraño. Como el primer día. Como esta mañana y como esta misma noche.
Esta madrugada va a matarme.
No hay comentarios:
Publicar un comentario