viernes, 13 de marzo de 2009

ODIO

Odio el olor del pescado crudo. El sabor de la fruta amarga, el azúcar en exceso, la corteza blanquecina de los árboles, el chirrido de las ruedas de los coches con la cera de las calles tras la semana santa, odio la cerveza caliente, el libro amarillento donde aprendimos a leer, las calculadoras, odio que las lentillas me escuezan en los ojos, odio este viento de levante con cuatro rayas en la predicción de la Primera, los domingos, sobre todo odio los domingos...

Odio el exceso de cloro en las piscinas, el agua fria que sale al principio de la ducha, odio el dolor de espalda, el gesto fruncido de algunos políticos cuando se les pregunta por cosas que no quieren contestar, odio el resquemor, el amor sin sexo, el teatro de toses, odio el infierno gélido, el destello de los coches en mi retrovisor cuando venía de verte al principio, odio las colas para pagar en el supermercado, odio perder jugando mal, odio levantarme antes de las diez de la mañana, odio recordar la sintonía de Los Fraguel, odio el odio que producen en muchas personas sus semejantes.

Odio las llamadas de teléfono que no se devuelven, odio las llamadas de teléfono en sí. Odio las señales de tráfico, los radares, el verde fuerte, los códigos de barras, odio que se me acabe la mayonesa cuando tengo delante un buen filete, que no me digas que me quieres cuando te marchas por la mañana, odio a mis jefes (que no se enteren), odio a todo aquel que odia, a veces me odio yo mismo...

Y odio los días de limpieza, odio la aspiradora, odio la ansiedad que produce en mí el trabajo o el exceso del mismo, odio el temblique de las persianas ahora mismo, odio esperar que me recojan, odio las fotos que nunca recuerdo donde guardé, que los abrigos de bisón tengan los pelitos suaves por fuera, odio a Cayetano Rivera por tener la novia más guapa de España, odio tener que echar gasolina, odio pagar la gasolina como si fuera oro líquido, odio los tiradores de los muebles que se llenan de grasa, odio que no haya podido encontrar aún la última pieza de aquel puzzle que terminé y que no puedo enmarcar, los grillos en verano cuando cantan de madrugada, odio las resacas, el whisky, el ron (sólo el barato), odio los atardeceres a solas o con gente que ni siquiera me abraza, odio el olor a incienso de las iglesias, la falta de respeto, odio el tiempo que me queda hasta volver a verte...

Odio las esperas, los médicos cuando estoy sano, odio a mi editor en días alternos (es broma, Andrés), odio tener que contar las monedas de latón pequeñitas de 1 y 2 céntimos cuando me dan el cambio, odio al aparcacoches de esta mañana, odio a los forofos, a los días de mucho calor, odio el calor.

Odio no poder ver amanecer de vez en cuando en un barco, odio buscar en la memoria y no recordar, odio mirar a cada instante el teléfono esperando una señal, odio cuando no sonríes, odio a Audrey Hepburn (sólo a veces), odio a quien regala paquetes llenos de gomitas en reyes.... ahh, y odiaré a quien no haya sido capaz de leer hasta aquí...os lo aviso.

2 comentarios:

Miguel A. dijo...

No sé que tienes tú en contra de Los Fraguel y de Audrey... que sepas que te puedo llegar a odiar.

Jesús Aragón dijo...

jajajaj, bueno, bueno, si tengo que elegir me quedo con Audrey Hepburn sin duda... Los Fraguel eran deprimentes, sobre todo su sintonía jejejejeje


abrazos varios m.a.b.b.