Vivimos en un mundo donde se fabrican niños a medida, donde a diario mueren miles de personas de hambre mientras en mi plato sobran las sobras.
Habitamos un mundo donde los políticos que no roban son los menos, donde las mujeres guapas se molestan por los piropos que antes sólo eran un bonito cumplido y que ahora se aborrecen por machistas.
Vivimos en un mundo donde los pingüinos del anuncio de la tele hablan y los de verdad se mueren sin que nadie haga nada por evitarlo.
Vivimos en un mundo que ya no es redondo sino plano, donde es posible hablar con alguien que está a miles de kilómetros como si estuviera a nuestro lado y sin embargo no somos capaces de sonreir cuando nos cruzamos con nuestro vecino.
Vivimos en un mundo donde se fabrican niños a medida. Niños rubios. Niños altos. Niños guapos.
Vivimos en un mundo podrido, en un mundo destructivo que se ha convertido en una espiral sin salida donde algún día no muy lejano alguien mirará a su alrededor y se dará cuenta de que ya no merece la pena seguir viviendo...
Una clínica de EE.UU. permite elegir el color de ojos y pelo de los hijos
Propone la técnica del diagnóstico genético preimplantacional para determinar rasgos físicos
Autor:
Sara Carreira
Fecha de publicación:
3/3/2009
Así, a la carta, son los bebés que ofrece L.A. Fertility Institutes, una maternidad de Los Ángeles. Todavía no ha nacido ningún niño elegido tan a dedo, pero la clínica ofrece la posibilidad de intentarlo para que nazca el próximo año. Aprovechando un vacío legal en la legislación estadounidense -que no existe en otras, como la británica o la española- la citada clínica permite elegir bebés a la carta, y para eso no duda en aplicar uno de los sistemas más costosos -desde el punto de vista económico y biológico- del momento, como es el diagnóstico genético preimplantacional (DGP).
Este sistema es el que se utiliza en España para que nazcan niños libres de ciertas enfermedades hereditarias. Si en nuestro país el DGP debe ser aprobado por la Comisión Nacional de Reproducción Humana Asistida, en el 40% de las clínicas privadas de fertilidad de Estados Unidos se resuelve pagando. Se usa habitualmente para elegir el sexo del bebé, pero ahora la L.A. Fertility Institutes ha dado un paso más allá y propone crear bebés a la carta, con un determinado color de pelo y de ojos, o el tipo de piel que quieran los padres. Claro que, si bien en el caso del sexo se da una garantía del cien por cien de aciertos -solo hay que escoger los embriones hembra o varón-, no ocurre lo mismo con las otras opciones.
«Yo no podría decir si este es un camino peligroso. Es un camino desconocido», explicaba el alma del proyecto, el doctor Jeff Steinberg, pionero de la reproducción in vitro en los setenta. El afamado ginecólogo va más allá: «Esto es la medicina cosmética. Otros tienen miedo a las críticas, pero nosotros no tenemos problemas con eso». Y añade que muchas veces se pueden combinar intereses estéticos y médicos: «Por ejemplo, una pareja puede querer un niño de tez más oscura para protegerlo de un posible cáncer de piel».
Críticas de los colegas
Pero aunque no las tema y tiña su discurso de valor médico, las críticas al proyecto no se han hecho esperar. Para Mark Hughes, pionero también en la aplicación de las técnicas de DGP (en inglés las siglas son PDG) y director del Genesis Genetics Institute, la elección de rasgos físicos es «técnicamente viable y se puede hacer», pero el laboratorio que lo lleve a cabo «será condenado al ostracismo».
De entrada, la clínica de Steinberg ha anunciado que hay media docena de parejas que se han interesado por el procedimiento. Lo que no ha trascendido es cuántos embriones se tendrán que generar de media para poder elegir color de pelo, ojos o piel del bebé, ni por supuesto qué hará la clínica con los sobrantes.
El gran miedo en la comunidad médica no es tanto elegir o no el color de ojos de los niños, sino lo que puede venir después: «Si nosotros vamos a producir niños que pueden ser considerados superiores por sus genes particulares, nos arriesgamos a introducir nuevas fuentes de discriminación», tal y como lo ve Marcy Darnovsky, director ejecutivo del Center for Genetics and Society, en California.
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