Tengo ganas de irme de vacaciones. Acabo prácticamente de volver de una semana que me ha sabido a poco, a nada diría. Ni siquiera tengo el síndrome post-vacacional del que todo el mundo hablará a finales de agosto. Bueno, ya queda poco. Mientras no es mala idea pegar tiritos. Acabo de llegar de una jornada de paintball. Reconozco que no lo había hecho nunca, y es agotador.
Aparte de sudar como condenados hemos aprendido dos cosas. Los bolazos de pintura duelen, y no veas cómo; la segunda es que te motivas más si odias al enemigo.
Yo en esta ciudad no tengo enemigos. O al menos eso he pretendido desde hace años. Algunos amigos me han dicho siempre que intentar llevarse bien con todo el mundo es un defecto más que una virtud. Puede ser contraproducente, y a fe que lo es.
Pero cómo enfrentarse con quienes nunca andan con miramientos. En mi etapa en la prensa local he tenido muchos enfrentamientos, la mayoría por defender cosas que a los demás les parecían indefendibles. Muchos de ellos se equivocaban. Otros no.
Pero lo que sí es una tónica o característica habitual es la indolencia. En Chiclana es lo lógico, salvo cuando se trata de comer de balde. En todas las demás situaciones es mejor dejarlo pasar, no hacer caso, olvidarlo.
Sobre todo con los políticos (vaya caña que les estoy dando ultimamente). Pero es que se lo merecen. Hay un par de ellos que no aceptan consejos, que tienen bien asumido que ellos son los que mandan, y que el resto sólo tiene que obedecer.
Quizá ese también haya sido mi segundo gran fallo. No me gusta lamer culos, como hacen muchos en este pueblucho. Aunque os parezca demasiado fuerte, podría dar nombres de al menos media docena de personas que viven de lamer. Allá ellos.
Yo prefiero seguir una línea, contar lo que pasa sin demasiadas pretensiones. Nadie es perfecto. Ningún partido ni personaje de este mundillo lleva permanentemente la razón, pero muchos de ellos, además, tienen mucha mala leche.
Me gusta dar su sitio a la gente que tiene buena fé, a quien trabaja sin ánimo de lucro, a quien no busca conspirar, pero que desafortunadamente son los menos.
Yo prefiero escribir cada tarde-noche a salir en entrevistas a modo de estrellas fugaces. Yo prefiero estar en la sombra, demostrar la imparcialidad escuchando y juzgando, diciendo las cosas normalmente a la cara aunque sin enfrentamientos gratuitos. A cambio sienmpre he encontrado rivales, competidores y competidoras, falsos amigos. También traiciones, decepciones (muchas), y alguna que otra sorpresa positiva, que son las menos.
En una profesión tan poco corporativista como ésta, que ni estudié ni nunca quise de motu propio, parece muchas veces más importante pisar al contrario que hacer un buen trabajo. Odio esa actitud de lucha permanente entre compañeros. Odio esa cercanía de algunos periodistas con los políticos que termina volviéndose contra nosotros. Odio ser siempre la bisagra tanto de las cosas buenas como de las malas. Odio tener que guardar la compostura con quien, en cuanto me doy la espalda, habla mal de mí.
A mi me gustan las bombonas. Ah, y también me gustan los reportajes de ellas. Qué le vamos a hacer.
PD. La foto es de esta mañana. A primera hora la Loma tiene una luz muy especial.
1 comentario:
Uf, supongo que te has quedado a gusto... y bien que haces. Creo que Chiclana está llegando a un punto en el que es necesario y saludable hablar a las claras y sacar las vergüenzas de la gente.
Pues nada, que para lo que necesites, ya sabes donde estoy.
Ciao.
Publicar un comentario