Echo de menos la dulzura de tus miradas, el invierno en Lisboa de aquel libro que tanto me gustó. Echo de menos Marías a cualquier hora, el sabor de tus labios que nunca debería haber probado.
Echo de menos la melodía de tu móvil, el color amargo, los pasos atrás cuando era demasiado tarde y ya nos habíamos besado.
Echo de menos que me digas las verdades del barquero, echo de menos a Caronte, el olor de los libros viejos y de los periódicos ajenos.
Echo de menos discutir, volver y ver, ver y venir, llegar y oler.
Echo de menos la dulzura de tus miradas, el ojo clínico, las despedidas y los hasta mañana. Echo de menos tus abrazos. Allá donde estés te echo de menos.
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