Tengo la bata puesta, el pijama de rayas, la sal en la cocina, el viento de cara.
Tengo el alma abierta, la sonrisa prestada, el libro en las manos, el perfume en la cesta y luego en la cara.
Tengo la sensación de moverme sin andar, de correr sin alas, de querer.
Tengo la píldora de la felicidad en la cartera, el mueble bar de la despensa y la angustia de la pérdida, tengo el vino, el tarugo de pan y las migajas.
Tengo la tele puesta, el auricular enganchado, la memoria raída.
¿Vienes?
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