Mis manos están secas, mi alma lastimada, mis piernas doloridas, las heridas se curan pero las tiritas se quedan.
Los dedos cuelgan de estas teclas, la respiración se acelera, los datos se mezclan en mi cabeza, la lluvia sigue sonando en los cristales sin compasión.
Mis manos están secas, mi imaginación frustrada, la inspiración me deja, las fotos antiguas salen de los cajones y ya no hay nadie que las vea.
Cuando te echo de menos el corazón se encoge pero el pulso se me acelera.
¿En algún lugar de esta tierra húmeda y rebosante de charcos queda un hueco para mi?
Por qué está tan mal visto preguntar. Por qué responder sólo es posible si quien interviene sabe de lo que habla.
Mis manos están secas. Ayer, hoy y mañana. Secas de palabras, de cuartillas en blanco sobre las que ya no derramo nada, de leche por la mañana, de olor a pescado en el muelle, de recuerdos de mi niñez, de abrazos.
En alguna parte debo tener un poco de paz para prestarte. Mis manos ya no rezan, ya no tocan, ya no escriben, ya no mueren, ya no lloran.
Mis manos están secas. Como tú cuando lloras...
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