Mediocre, como un bocadillo sin pan, como un bordillo sin coches, como una bola sin raqueta, como un cuchillo sin dedo, como una foto sin ti.
Mediocre como un horno sin luz, como un ordenador sin pantalla, como una flor sin olor.
Mediocre. Como un grito sin oídos, como un oído sin oreja, como una oreja sin zarcillo.
Mediocre como tú sin ropa, como yo con ropa, como la ropa sin el maniquí.
Mediocre como Sabina en mute, como las iglesias sin campanarios, como los campanarios sin cigüeñas, como la muerte sin sufrir.
Mediocre como las fotos en que nunca salimos, como los goles en el descuento, como trabajar para subsistir.
Mediocre. Como los autobuses sin ventanas, como las ventanas sin viento, como mis brazos sin fuerza cuando me voy a dormir.
Mediocre como mi espalda dolorida. Como el cabello arrancado por la furia, como el infierno del colibrí.
Mediocre como el sexo por primera vez, como el dios de los malos, como las películas americanas de la sobremesa de los domingos.
Y mediocre como nosotros. Como tú y como yo.
Como todos un poco a diario, mediocres porque no sabremos jamás ser felices.
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