martes, 18 de mayo de 2010

EL REINO DE MI PRINCESA

Mis ultimas horas en el reino pasan despacio.
Este pais es diferente, huele y sabe diferente, como a mantequilla.

En el reino de mi princesa todo tiene matices. Verde sobre verde, lluvia fina que cala y dias primaverales interminables.

En el reino de mi princesa, a 3.000 kilometros de nuestra frontera, darse una ducha es una experiencia, porque las vacas de fuera sonrien. Aqui no hay cortinas, ni persianas, ni tampoco gente mirando.

Algunas veces las salas de estar de las casas se exponen como si de escaparates se tratase a todo aquel que pasa por la calle. Puertas de color blanco, abrigos ligeros para una tarde ventosa, dulces y mas dulces, todo con mantequilla, caminos y veredas abiertos, gente en bicicleta, animales sueltos que pastan tranquilos, de vez en cuando un abrazo imprevisto, un cuento para dormir, una pizca mas de mantequilla para acompa;ar una copa de vino.

Este pais es distinto. Se conduce por la izquierda, se deja paso y se pide disculpas a todo aquel que se molesta. Incluso se multa por aparcar en un supermercado pisando la linea blanca pintada en el suelo para dividir las plazas.

El reino de mi princesa es bello y agreste. Divertido y estresante. Locuaz y moderado a la misma vez. Sus colegios parecen salidos de cuentos donde la bruja mala tiene la cara pintada de verde, sus carreteras son tran estrechas que asustarian al mejor de los pilotos, sus edificios no relucen pero tienen encanto, las casas son bajitas, casi todas tienen escaleras acolchadas, gatos en las ventanas.


El pais de mi princesa esconde grutas secretas que solo conoce quien entiende su idioma, tiene espejos que deforman nuestras caras y nos reflejan de mil formas.

Este pais donde yo apuro mis ltimas horas duerme en silencio, bebe hasta las once de la noche todo lo que puede, y no arma jaleo cuando se emborracha. En este pais la mayoria de las mujeres no son guapas, los hombres caminan sin mirar los escaparates, los viejos debaten sobre politica, la television es sensacionalista pero a cambio ofrece unos debates de una profundidad impensable en Espa;a, todos esperan, sin prisa, a que la cajera termine de contar su vuelta.

Salir a la calle una ma;ana soleada sin levante da una sensacion extra;a. La calma y alivio del principio se transforma en inquietud y en nostalgia del viento que nos devora pero que a la vez nos da la vida en el sur.

Aqui en este pais los suelos son de moqueta, los periodicos conservan ese aspecto de importantes para quien los lee por el tama;o enorme que tienen, los juguetes se amontonan sobre las alfombras, la musica suena en gramofonos que sobrevivieron a la II Guerra Mundial, los coches no hacen sonar su claxon, no hay apenas motos, la luz es blanca, casi transparente, y no ciega.

Aqui en este pais el vino fluye a raudales aunque no lo fabriquen. La cerveza es exquisita y el whisky casi una utopia. Los pubs tienen sofas negros y grandes almohadones. En algunos los ni;os y los perros no son bienvenidos. En otros familias enteras almuerzan minutos antes de las doce.

El pais de mi princesa es un pais de contrastes.
Blanco sobre negro, lluvia y arcoiris, sonrisas y alguna lagrima.

Este pais es el reino de mi princesa.

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