lunes, 7 de junio de 2010

RELATA

Cuando uno sueña con estos momentos casi siempre llegan. Son como aquellos viejos cuentos que nunca tiramos, como aquel perfume barato de nuestra primera novia, como las antifaces de carnavales inolvidables guardados en cajones y bajo docenas de fotos impresas de antiguos amores y viejos amigos.

Cuando uno sueña con la libertad siempre la alcanza. Pues igual. Cuando uno quiere va, anda, camina, logra el objetivo.

En estos días mi vida es una balsa de aceite. Hacía años que no era tan felíz, y se me nota.

Cuando uno sueña con viejas rutas en bicicleta siempre termina recorriéndolas.

Ningún jinete polaco que se precie echaría de menos su montura si la tuviera delante. Ningún platero añoraría un segundo más de lo debido a su Dulcinea particular, si ve que ésta parte en busca de nuevos plateros.

Cada vez que suena el teléfono, que viene el despertador a hacer su trabajo, cada vez que enciendo la televisión y solo se ve negro.

Cada vez que mi rincón favorito está ocupado por una vieja maestra de escuela, cada vez que nos desnudamos, cada vez que nos miramos, cada vez que nos deseamos. Cada vez que tú y que yo, que todos nosotros, viaja en primera, acumula recuerdos, olvida la memoria, deambula por una iglesia, se viste por las mañanas, se ducha antes de acostarse, se mide en duelo con la vida.

Cuando uno siente que tiene una misión en esta vida el infinito queda muy lejos.

Nada ni nadie puede herirte, nada ni nadie puede dejar que nos hieran.

Cuando uno mira por la ventana y observa las hojas de los árboles moverse con la brisa incipiente del verano, recuerda cómo en los libros estaba la respuesta, cómo encontramos la calma leyendo y releyendo a Platón, a Sartre, a Hartzenbuch, a Marías.

Cada vez que sonreimos, cada vez que respiramos, cada vez que sale el sol, que se apaga la candela, cada playa, cada atardecer, cada suspiro, cada frase rimada, cada moneda gastada, cada caricia desangelada ; ahora sabemos que mereció la pena.

Cuando uno tiene las alforjas repletas de historias, sabe que tiene que contarlas.
Cuando uno siente que tiene que contarlas, escribe, relata, viaja, sueña.

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