ANTES DE QUE FUERA DE VERDAD

Echo de menos los atardeceres, las bocinas de los coches, los pinchazos de las bicicletas, los paseos a caballo mojándonos los tobillos en el mar.

Echo de menos las cuadrículas de las cuartillas arrancadas al viejo bloc de notas del colegio, los pósters de ciclismo grapados a la pared, el sentimiento de vacío de cuando en cuando, la historia interminable de tener que volver a contar hasta diez.

De vez en cuando vuelvo a aquel rincón donde nos escondimos, de vez en cuando me olvido de lo que fuimos y solo pienso en el lugar donde aprendimos una vez a creer en dios.

De vez en cuando me siento transparente, de vez en cuando juego a perderme entre las faldas de las mamás prestadas, derrumbo mi escalera, toco la madera de los barcos, acaricio las olas, oigo llorar y somos nosotros.

Extraño tu melena al viento, el color ocre del horizonte, el sabor de la Nocilla en el pan, las manos unidas el día de nuestra primera comunión, la locura momentánea, la esperanza de un mundo mejor, la hipocresía, el invierno, los vestidos rotos, los discos grandes encerrados en un cajón.

Echo de menos cada vez que te reías, cuando jugabas a reñirme, las veces que nos morimos de mentira antes de que fuera de verdad.

Extraño los pensamientos perdidos, la memoria olvidada, las caricias prestadas, los coches de madrugada, las despedidas en la sala blanca, la lavadora que no lavaba, los días de Reyes en soledad.

Echo de menos tu silueta de espaldas, el baño de espuma, el cartel de neón de la primera vez, la foto de carnet cada tarde en los pasillos de la facultad.

Extraño los días de lluvia sin tí o contigo, extraño los barrotes azules de la silla de mentira, el crujido de esos barrotes de mentira, el punto exacto en el que no nos decíamos nada, extraño tanto aquellas ganas de volar.