Las agujas se vuelven locas. Belén Esteban, nuevamente.
Tengo las piernas cansadas, el corazón ardiendo, la paciencia finita.
Vengo de Cádiz. Allí todo gira más deprisa, o más despacio. Según se mire.
Tengo las yemas de los dedos corrompidas por palabras espontáneas. Tengo palabras de cariño, placeres frustrados, pecados que pagar.
Un día alguien vendrá a salvarnos.
Tal vez sea demasiado tarde.
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