sábado, 6 de diciembre de 2008

CANIS DE CHICLANA

Algún día debería escribir todo lo que se me pasa por la cabeza, cuando veo a esos canis de Chiclana en moto (bueno, no, en moto no, que aquí van en Audi A3 tuneado, el único sitio del mundo donde verás eso, como decía mi amigo Andrés)... Total. A lo que iba. Algún día debería escribir la sarta de maledicencias que se me ocurren cuando, como hace un rato, cuatro canis (de género femenino y masculino a partes iguales), invaden mi espacio vital.
Resulta que yo había ido a lavar el coche, aprovechando que el teléfono diabólico que tengo había decidido callarse un ratito, y la jornada festiva de hoy. Pues bien. Andaba yo con mis alfombras llenas de polvo, la aspiradora del elefante pa'rriba y pa'bajo, mientras un coche cani, con cuatro tipejos/as cani hacían lo propio justo al lado.
Ellas, vestidas como si el estilista de Betty La Fea se hubiese comprado una casa en Chiclana. Ellos, arreglados pero informales, en un estilo cani venido a menos. Ellas, con lorzas bien lozanas, ajenas a todo aquel que pasaba por su lado mirando las mollas salirse de las especies de corsés que vestían, y el pelo engominado con un flequillo a lo Física y Química (lo siento, sé que no debería, pero veo esa serie); y ellos, otra vez, bailando con la música cani de turno (siempre la misma canción), y chocando las manos entre ellos como si hubieran conseguido el premio Nobel (bueno, o un porro, que para el caso es lo mismo).

Total. Que los miré varias veces de arriba abajo. No daba crédito. No puedo evitar sentir curiosidad por el mundo cani. Sabía que me jugaba un insulto, un tortazo, incluso una paliza, pero tenía que arriesgarme. El mundo de los canis es un mundo especial, diferente, que solo se da en ciertas poblaciones como la nuestra.
Al cabo de unos veinte minutos, y ya con el salpicadero de mi coche más limpio que una patena (qué coño es una patena por dios), decidí marcharme a otra cosa mariposa. Allí se quedaron ellos y ellas, canis y canis (lo siento, no tiene femenino la palabreja), y no sin antes saludar a los dos ocupantes de otro coche cani, también tuneado y con la música a toda pastilla que salía del lugar, los cuatro canis de nuestra historia continuaron viendo la vida pasar, sin preocupaciones ni inquietudes por la crisis ni por el euribor, mirando los cd's del cargador cani del coche cani para cambiar de cani artista.

Es probable que todavía estén allí; la excusa de la aspiradora era perfecta para marcarse un nuevo capítulo cani, a ellos qué más les da que los miren... tienen veintitantos, son canis, y seguirán siéndolo a no ser que el elefante gordo y azul del cartel publicitario se les caiga encima y los dejé en el sitio... Ajolá. Que diría un cani.

2 comentarios:

Miguel A. dijo...

patena.

(Del lat. patĕna).

Platillo de oro o plata o de otro metal, dorado, en el cual se pone la hostia en la misa, desde acabado el paternóster hasta el momento de consumir.

Jesús Aragón dijo...

buena explicacion