lunes, 8 de diciembre de 2008

SEGOVIA


Desde lo alto del acueducto de Segovia la vida se ve de otra forma. Mi sensación es que fluye más despacio, como si el tiempo se hubiese detenido y no fuese a reemprender la marcha hasta que no pisemos de nuevo tierra firme.
Ahora mismo no recuerdo la altura que tiene, pero me llamó la atención más que por su imponente figura o su homogeneo carácter, por su longitud.
Caminar durante varios kilómetros junto a esos sillares sin argamasa (creo que se dice así) fue fascinante. No cabe otro calificativo. Es una lástima que mis dotes de fotógrafo no pasen de la categoría de amateur. Con la cámara de alguno de mis colegas de profesión podría haber hecho algo más decente, aunque sin exagerar; pero da igual. La instantanea que he anexado a este texto (toma ya) da una idea, más allá de las postales, de lo faraónico del proyecto romano (véase el tamaño del autobús de la izquierda).
Si no conoceis la ciudad, id a visitarla. Es una de las ciudades más bonitas que he visto.

1 comentario:

Miguel A. dijo...

Killo mariquita, hemos estao este fin de semana mu cerquita... yo he pasao el puente en Salamanca y Ávila.