
El abandono del poder suele provocar depresiones a los mandatarios, pero en esta ocasión ha sido la mascota. Sumo, el perro del matrimonio Chirac, no ha vuelto a ser el mismo desde que sus dueños abandonaran el palacio del Elíseo, residencia de los presidentes franceses. A pesar de vivir ahora en un espacioso apartamento en París, el terrier no ha superado la depresión que a inicios de año le llevó a morder a Jacques Chirac. Resultado: la semana pasada lo enviaron a una granja en el campo. Por ahora, no ha mordido a nadie.
G.B., El País de hoy
Mierda de vida, ¿verdad?...
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