Cuando leais esto hará casi dos años.
Dos años de vino y rosas, de borracheras y espinas, de resacas y felicitaciones, dos años de la vida contigo, dos años de alianza entre dos civilizaciones muy distintas, dos años de mi tiempo para tí.
Pese a los altibajos, pese a la cantinela del discurso sobrio, pese a los buenos y a los malos momentos, estos dos años han sido un regalo, un esplendor, debo reconocer que un soplo de aire fresco que ha llegado a mi en el mejor momento de mi vida.
Recientemente alguien se ha encargado de recordarme lo funesto que puede llegar a ser vivir sin aliento, pensar en que el mundo conspira contra tí, competir a todas horas, desconfiar y pretender ganar siempre.
Yo prefiero vivir, estar por encima de todo eso, ser felíz en la medida que eso consiste en tener a tu lado gente que te quiere sin esperar nada a cambio. Dar incluso a veces sin recibir.
Por eso estas líneas son para tí, que me lees a escondidas, para agradecerte estos dos años que me has regalado.
Tú, que detrás de la pantalla te emocionarás cuando leas estas palabras, recuerda que hace poco alguien también nos ha enseñado que la vida es algo mucho más bello cuando te llaman por tu nombre inventado.
Y sobre todo que la vida cobra todo su sentido en medio de la noche de un país desconocido, cuando una personita con una chaqueta rosa de gorro blanco te da la bienvenida agarrándose a tus piernas, y te pide entre susurros que no te vayas nunca más de su lado...
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