Aquí, allí, en alguna parte, hay siempre una clase de hombres difíciles de ver.
Son los hombres que abrazan y no aprietan, que aman y no gritan, que salen de la habitación antes que su perfume masculino haya dicho adiós.
Esos hombres que nunca ponen un mal gesto, esos hombres con todas las letras que defienden a su Dulcinea aunque ésta les sea infiel, esos hombres sin capa ni espada, con letras y papel, tienen todo mi reconocimiento.
Aquí, allí, en alguna parte, hay siempre una clase de hombres de los que casi ya no quedan, que incluso llegaron a estar mal vistos, que sonríen en vez de discutir, que bromean con la muerte sin haberla visto nunca de cerca, que dejaron su huella en tu piel.
Esos hombres que abrazaban a las mujeres antes de besarlas están en peligro de extinción, esos hombres que recorren cientos de kilómetros en busca de su verano, -o su otoño- de éxito, son un milagro de la naturaleza.
Dicen por aquí y por allí que la felicidad de esos hombres que abrazan a las mujeres nunca es completa...
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