Un rinconcito imaginario donde juntar letras y dejar salir frustraciones. Espero que os guste.
viernes, 13 de noviembre de 2009
UN MILLÓN DE PALABRAS
Hoy he perdido.
Otra vez, como casi siempre, se me ha escapado de las manos el tranvía del deseo y la bacteria de la gripe ha vuelto a apoderarse de mi pecho.
Hoy, hace apenas un rato, he vuelto a perder, he vuelto a saborear las mieles de la derrota más amarga, el infierno de volver sólo a casa, la desidia de teclar en el teléfono la palabra correcta y no encontrar los números adecuados.
Es como si todas las palabras que supiésemos hubieran desaparecido, como si el lenguaje corporal que aprendimos de pequeños no fuera suficiente, como si los últimos treinta segundos que estuvimos juntos hace un rato no bastasen para redimirnos.
El tiempo pasa. Hoy he vuelto a perderlo. He vuelto a incinerar el amor, a enmarcar la gloria, a desvanecer el olor de tus manos cuando acariciaban las mías.
Aún nervioso he abierto el grifo de agua caliente y ha salido fría. Debe ser un castigo divino. Hoy he vuelto a traspasar la línea, a rebasar el límite de lo permitido, a perder.
Cuando uno tiene esta sensación es que algo no marcha. El vino no cura las heridas si antes no has aplicado un poco de agua oxigenada, pero ayuda a calmar el dolor.
En mis entrañas sigue existiendo la sensación de que hice lo correcto, de que pronuncié cuantas frases estuvieron a mi alcance para expresar la decepción profunda, la contrariedad, la moribunda sensación de haber caído derrotado.
Hoy he perdido. Ni siquiera el millón de palabras que resumen mis caricias hubieran bastado para poner orden en un destino equivocado.
Hoy he perdido. Las llaves, los zapatos, la camisa, tu mirada.
Quizás ya sea tarde. Pero es lo que he elegido.
Un millón de palabras tienen que tener algún sentido.
O no.
Hoy te quiero con alevosía. Aute al rescate.
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