domingo, 15 de noviembre de 2009

EL FIN DEL MUNDO

Dicen algunos (los menos) que el fin del mundo será en 2012.
Yo discrepo. Creo que el fin del mundo no tiene fecha, ni calendarios, ni día.

Mi fin del mundo es cada vez que me enfado contigo. Cada vez que un niño me niega su sonrisa. Cada vez que duermo y no sueño. Cada vez que la garganta me grita que deje de maltratarla. Cada vez que pienso en los míos que ya no están.

El fin del mundo no será en 2012, ni en 2014, ni en 2016. Mi fin del mundo llega cada vez que pierdo aquellos papeles que guardé con mucho celo. Cada vez que la pasión se desborda sin quererlo, cada vez que añoro, cada vez que recuerdo aquellas paredes blancas en días de invierno y me doy cuenta de cuánto hemos cambiado.

Mañana quedará un día menos para el fin del mundo. Ese fin del mundo que yo sufro cuando el libro que leimos con pasión se acaba, cuando despierto y recuerdo que seguimos enfadados, cuando pierdo la esperanza, cuando ya añoro a los amigos que se fueron y no volverán, cuando vuelven a mi cabeza aquellos amores reñidos que nos enseñaron a amar.


Mi fin del mundo llega cada noche cuando la pesca del atún se acaba, cuando las noticias no llegan, cuando apenas tengo ganas de luchar. Es ese fin del mundo el que yo quiero. Ese fin del mundo que podemos evitar sólo con regalar una sonrisa, ese fin del mundo que llega cada noche y acaba al alba, ese fin del mundo que consta tan sólo en aprender a soportar la soledad.

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