Armada con unos prismáticos, la mujer de la ventana se esconde detrás de las cortinas. Sus ojos rezuman tristeza y curiosidad a partes iguales, y los cristales de aumento de su artilugio los convierten en un poderoso espía.
Cada segundo observa, mira, deambula con los prismáticos apuntando a sus conciencias.
La mujer de los prismáticos sabe que pronto volverá a verla.
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