viernes, 25 de mayo de 2012

Siempre tuviste los ojos tristes.

Siempre tuviste los ojos tristes. Desconozco la razón, pero siempre me dio la sensación de que añorabas algo, de que extrañabas un mundo que no era el mío. Tus ojos tristes me enloquecieron durante meses. Me perdí en ellos, lloré con ellos, y juré que nunca más volvería a mirarlos. Pero hoy te he extrañado. Hoy, después de muchos años sin pensar en tu mirada, he vuelto a hacerlo. Y he vuelto a recordar que siempre tuviste los ojos tristes. Aunque a mi me gustaban. Esos ojos iluminaban todo a su paso. Siempre tuviste los ojos tristes. Ojos de gata, inmunes a las lágrimas, brillantes, especiales, admirables. En esos ojos me reflejé yo muchas noches. Veíamos pasar el tiempo y hacíamos planes, contábamos lo imprescindible a los que nos rodeaban, éramos felices. Muchas noches recuerdo cómo mirabas la luna justo un segundo después de levantarte de la cama, aún somnolienta, de madrugada. Siempre tuviste los ojos tristes. Pero a mi me gustaban.

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