No me gusta pensar que soy un desconfiado, ni que he perdido la fe en el género humano, pero lo cierto es que cada día que pasa tengo más claro que el peor enemigo del hombre es él mismo.
Aquí, en Chiclana, esta república bananera venida a más como ya la califiqué hace unos años en la columna semanal que escribía en Chiclana Información, es donde he comprobado que la condición humana es débil, farragosa, alejada de bondad desde el mismo momento en que nos damos cuenta de la influencia del poder y del dinero.
Conozco poca gente que merezca la pena conocer de verdad. De hecho, los amigos pueden contarse con una sola mano, y a veces hasta sobran dedos. Eso sí, conocidos hay muchos, gente con quien tomarse una copa más y gente para pasar el rato toda la que quieras. Sin embargo, en estos momentos no pondría mi mano en el fuego por nadie. O casi. Salvo honrosas excepciones este mundo está habitado por una humanidad poco humana, entendiendo por humanas las cualidades que se le presuponen a una raza formada, avanzada y superior.
No. No es pesimismo ni tampoco sirven las teorías filosóficas aquellas que nos hablaban en el colegio de lo bueno y lo malo, de que el hombre es bueno por naturaleza y se corrompe socialmente. Yo hablo del día a día. Del haz el bien y no mires a quien. De quien trabaja por los demás, de quien se entrega, y al final recibe una puñalada por la espalda.
En este momento, como le decía el otro día a un político, no creo en el ser humano. ¿Hay alguien que sí?
1 comentario:
¿ A un político le has preguntado? Jajajaja. Es nuestra obligación el seguir confiando en el ser humano, pero no de una manera ciega o inocente, sino desde el conocimiento. NO HAY OTRO CAMINO HACIA LA FELICIDAD QUE NO SEA LA ESPERANZA. Así que sigue pesimista de cabeza pero optimista y entusiasta desde el corazón. NO HAY OTRO CAMINO.
Soy yo. Estaba aburrido y he mirado tu blog.
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