martes, 7 de octubre de 2008

EL GATO Y LA GARZA


El gato acecha. Su juventud le ha llevado hasta el cauce del río y ahora no sabe que hacer. Decenas de curiosos inmortalizan la estampa a mediodía con sus telefonos moviles y mientras, la garza ronea, se pasea delante del minino con solvencia y pulcritud, pese a que quizá tiene tanto miedo como él.
La naturaleza, cruel como la vida misma, está poniendo a ambos a prueba. El gato piensa, da unos pasos adelante y gira la cabeza. Mientras, la garza aletea un poco como queriendo aprender a volar sin conseguirlo. Picotea el fango y regresa a la posicion de media agua de la que partio. Sabe que ahí está a salvo, sabe que ahí no hay gato que se atreva a romper su animadversión a mojarse.
Pasan los minutos. Nadie sabe qué ocurrirá. Alguien grita que ambos son unos cachorros y que quizá ese duelo estaba predestinado a ocurrir dentro de unos años. Si es así el final de esta historia no lo contaré. Quizá lleve razon y la vida, extrañamente, les ha concedido una prórroga y les lleve a encontrarse dentro de unos años, en cualquier otro lugar, pero con las mismas ganas y el mismo instinto.

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