Estoy a punto. A puntito de tirar la toalla. Lo confieso. ¿Acaso alguno de vosotros no lo ha pensado alguna vez? Yo sí. Ultimamente a diario. Cuando se rompen cuatro de las cuatro patas de mi particular banco es para hacerlo, supongo.
El mundo que me rodea es un cúmulo de desdichas, de sinsabores, de desgracias ajenas como las de Gaza. Felíz Navidad. Qué bonito suena en esa emisora comercial que el coche ha sintonizado sin pedirme permiso. Sí. Eso. Felíz Navidad. Y próspero año de crisis 2009, que pase pronto. Es el mejor deseo que puedo tener hacia vosotros...
Entre risas y chapoteos en el mar pasó el verano. Todo marchaba. Habíamos entrado en barrena y no supimos darnos cuenta. Quizá ahora, cuando el otoño da sus estertores y el invierno se agolpa en nuestras ventanas ha llegado el momento de pasar página, de apostar de una puñetera vez a caballo ganador y tirar la toalla en este combate metropolitano (je, je, bonita palabra), que tenemos por delante.
En 2009 tocará hablar de nuevo del tranvía, de la ronda oeste de nunca acabar, o de políticos que hicieron de su cortijo su redil y de su puesto en la oposición su modus vivendi.
Da igual. Yo estoy por encima de ellos, y por encima de su bien y de su mal. Me da exactamente lo mismo (como supongo q a tí también te lo dará), el qué dirán, me importa muy poco que critiquen mi forma de criticar, que no les guste mi forma de caminar o que en mis crónicas haya un punto de mala leche y dulzura, según el día.
Hago y seguiré haciendo lo que sé (o eso pensé siempre), de la mejor forma posible. Hago y seguiré haciendo lo que puedo; incluso menos de lo que pienso que me gustaría hacer por esa maldita sensación de tiempo perdido y de oportunidades desaprovechadas que tengo siempre.
Alguno de vosotros pensareís que me he vuelto majareta del todo. Que tengo un serio problema emocional cuando llegan las navidades o que anoche bebí demasiado y ahora tengo los efluvios de la resaca mental y física de quien bebe para olvidar. Nada más lejos de la realidad.
Lo que ocurre es que estoy harto de ese cúmulo de personajes con nombre y apellidos que la mayoría conoceis. Que estoy harto del constante fingimiento, de la pasión desmedida pero controlada, del cielo sin estrellas y de la noche sin luna llena. Estoy tan cansado de fingir que sólo un profundo cambio podría hacerme reconsiderar si realmente nací para esto o me hado un yuyu pasajero y temporal...
Sí. Sé que estoy mezclando las cosas, como hice anoche con el ron con cola Me da lo mismo. A quienes espereís de mí hoy unas frases de cariño os disgustará saber que os sigo echando de menos. A quienes estais pensando que este texto iba sobre política municipal os pueden ir dando (con perdón), porque hay cosas mucho más importantes de las que hablar...
Una vez me dijeron que tenía la mirada triste. Tal vez. Pero yo añadiría que tengo la mirada cansada, exhausta de contemplar el final del camino acercarse, que no termina de llegar jamás.
Ojalá el nuevo año, dentro de sólo unos días, os traiga kilos y kilos de felicidad, con la forma y el fondo que cada uno de vosotros necesiteis. Yo estaré ahí para ayudaros. Y no preocuparos por mí. Pronto habré superado este mínimo bache. Son cosas de las navidades, que me deprimen un poquito desde siempre...
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